Vale, de entrada admitimos que el uso de esta particular variación de la cita de Hamlet (la obra, no el grupo) para el título de este post, puede ser criticada justamente por ser recurso fácil. Pero es que, era taaaaaaan tentadora.

Nos metemos en harina. Hubo un tiempo en el que no existía Internet (si, jóvenes del mundo. Aunque suene a término bíblico, la red de redes es algo relativamente reciente). En esta época pre-web, las empresas y profesionales audiovisuales, o de cualquier otro ramo, tenían como objetivo lanzar al mercado un buen producto, a un precio competitivo, lo que daba como resultado un cliente satisfecho que, en la mayoría de los casos, recomendaba este producto a sus congéneres mas cercanos.

Esta ecuación pluscuamperfecta, comprensible sin necesidad de haber pisado la facultad de económicas, hace tiempo que dejó de tener validez absoluta. Para ser exactos, empezó a tambalearse el día que Internet hizo su aparición en nuestras vidas.

A las empresas y profesionales del 2.0, no les basta con vender un buen producto a un precio competitivo, tener una imagen atractiva, y ubicarse en un local estratégicamente situado y resultón. La llegada de Internet, y de sus buscadores, ha traído consigo la supuesta “democratización” del espacio virtual. Si en el mundo real no todas las empresas pueden establecerse en la avenida principal de una gran urbe, o en la calle que más mola del barrio de moda este año, los buscadores web pervierten las normas de juego, y desatan una continua e infinita carrera espacial.

Venga, vamos a decirlo ya, todos queremos aparecer en la primera página de Google. Porque, ¿a quien no le pone imaginar esta escena?:

Pescador lapón que hace avanzar con esmero su pequeña canoa sobre las gélidas aguas del ártico. Mientras sujeta un arpón en su mano derecha, listo para adueñarse de la cena de esa noche en casa de los Smook, utiliza el Iphone X que porta en su mano izquierda para pedir a Siri que realice una búsqueda de una productora audiovisual en Granada. Google, y todos sus motores de búsqueda, puestos a trabajar a destajo en un tiempo record para nuestro protagonista,  le ofrece como primera opción Septimadireccion Audiovisuales. Siiiiiiiiiii, nosotros. Vale que, tal vez, la relación profesional entre nuestro amigo lapón y Septimadireccion nunca llegue a buen puerto, pero ahí estábamos nosotros, cogiditos de la mano de Google, para ganar el duelo por captar la atención de papá Smook.

Este final de cuento tan bonito, ni es final, ni es bonito.

No es final porque, si nosotros Septimadireccion Audiovisuales, empezamos a procastinar y descuidar nuestras tareas digitales y no compartimos suficiente contenido interesante en nuestra web, no subimos nuestros últimos trabajos, no generamos tráfico en nuestra página, o no actualizamos nuestras redes sociales de manera continua, mañana, nuestro amigo lapón realizará la misma búsqueda y, ¡oh cielos!, la primera productora audiovisual en Granada que le ofrece Google no será la nuestra. Nooooooooooooooo. Y lo peor es que, tal vez, si hacemos todas nuestras tareas web con esmero y dedicación, olvidándonos de nuestra tarea principal, que es hacer buenos vídeos y buenas fotografías, aun así, el resultado puede ser igual de catastrófico. Y además, nunca podremos conocer el porqué de nuestro pequeño fracaso googleiano (permitidnos el neologismo). Aunque en este aspecto los buscadores pueden lavarse las manos y remitirse al mundo real: ¿Porqué esa taberna del callejón, pequeña, sucia y maloliente lo peta a diario, y mi gastrobar de diseñador top en el fucking Downtown no se come una rosca?.

Y no es bonito porque, la supuesta igualdad de partida en el posicionamiento web que traen consigo los buscadores no es tan real como se pinta. Como en muchos otros ordenes de la vida, todo es cuestión de recursos (seguro que en este momento de lectura hay muchos expertos en marketing digital que estarán tachándonos de desinformados, ingenuos y otros calificativos menos decimonónicos). Porque mantener un buen posicionamiento web requiere de un trabajo arduo, continuo y especializado, en pos de la primera página. Y si además va “regado” con un poquito de pasta gansa para el buscador en cuestión, pues miel sobre hojuelas.

Todo esto hace que, una pequeña productora audiovisual, o cualquier otra PYME o profesional solitario, se vea abocada a dedicar un extra de tiempo y recursos a algo que no tiene una relación directa con su producto. Así, pergeñará, diseñará, creará, fabricará, creará, manufacturará, ofrecerá, servirá y venderá peores productos a cambio de aparecer, con suerte, en la página correspondiente a la segunda o de Goooooooooooooooooogle.

Señoras y señores, con ustedes La vida moderna.